Ementa – Dossier: Usos de la interseccionalidad - luchas políticas y reflexiones teóricas (Mediações, vol. 30, n.1 – 2025/1).

2024-05-22

Organizadoras: Marcella Beraldo de Oliveira (UFJF) y Marilis Lemos de Almeida (UFPEL).

El concepto de interseccionalidad, acuñado en 1989 por la jurista negra Kimberlé Crenshaw, tiene sus antecedentes situados alrededor de la década de 1970, con referencia a los debates traídos por las activistas de movimientos sociales e intelectuales negras. En los Estados Unidos y Gran Bretaña, se destaca, según Collins (2017), la compilación editada por Toni Cade Bambara en la década de 1970, titulada "The Black Woman"; el manifiesto "A Black Feminist Statement" y el manifiesto "A Black Feminist Statement", ambos del colectivo Combahee River, lanzados en 1982, y el libro "Mujer, Raza y Clase" de Angela Davis, de 1981.

En Brasil, las activistas negras también señalaban la necesidad de pensar en la singularidad de su situación social. Lélia Gonzales (1984) propuso una perspectiva teórica comprometida políticamente dentro de las ciencias sociales, construyendo un feminismo afro-latinoamericano, señalando entre otras cuestiones el peso del mito de la democracia racial sobre las mujeres negras. Beatriz Nascimento (2006) destacaba que en la mujer negra se cristaliza de manera más contundente la estructura de dominación: por ser mujer y por ser negra. Aún como ejemplo, Sueli Carneiro (2021) destaca la importancia de ennegrecer el feminismo, dada la singularidad de la experiencia histórica de las mujeres negras en nuestro país, argumentando que el racismo superlativa los géneros a través de privilegios derivados de la explotación y la exclusión de los géneros subalternos.

La perspectiva interseccional descubrió nuevas posibilidades analíticas, tanto en la academia como en los movimientos sociales, renovando las formas de abordar sistemas de opresión y desigualdad, trayendo explícitamente el debate académico articulado a la arena política. Es ampliamente reconocido que los sistemas de dominación se asientan sobre (y refuerzan) clasificaciones sociales como género, raza, clase, sexualidad, generación, nacionalidad entre otras categorías, reconfigurando y resignificando estas propias categorías en cada contexto experimentado por actores sociales diversos. Este debate produjo construcciones teóricas y empíricas que reconfiguraron el "lugar" de la reflexión analítica, trayendo otras miradas a temas ya consolidados en el campo de las ciencias sociales, estableciendo diálogos con la lucha anticapitalista y antirracista, discutida, por ejemplo, por Cinzia Arruzza, Tithi Bhattacharya y Nancy Fraser en "Feminismo para el 99%: un manifiesto" (2019) y con el feminismo negro no occidental, de Oyèrónkẹ́ Oyěwùmí (2021). Sumándose al debate crítico anticolonial o decolonial (término usado más recientemente) de autores como Kabenguele Munanga (1999) y Achie Mafeje (2019), trayendo una perspectiva crítica sobre las bases de las categorías y filosofías occidentales de clasificación del mundo. Igualmente hay un encuentro con los estudios culturales en el desarrollo de la conceptualización de las nociones de hibridismo (Bahbha, 2010), de diáspora (Gilroy, 2012) y en la construcción de las identidades (Avtar Brah, 2006), fortaleciendo la idea de que las identidades son relacionales, flexibles y productos de las dimensiones del social, de la experiencia, de la subjetividad y de la propia identidad, rebatiendo concepciones fijas de identidades, convergiendo y reforzando el concepto de interseccionalidad.

En esta dirección, un importante paso es dado con el enfoque interseccional al tratar la inseparabilidad de las identidades y de los efectos indisolubles en la producción de jerarquías de poder y sistemas de subordinación, trayendo el foco a la experiencia de vida de los sujetos en cada contexto. La perspectiva interseccional operó, innegablemente, un giro epistemológico, analítico, metodológico y político que transformó análisis sociales y prácticas políticas. Sobre todo, al establecer un compromiso con la justicia social, a través de la crítica radical y de la lucha política por la emancipación de la mujer negra.

A pesar de la rápida difusión del concepto y amplia movilización del mismo en el campo político y académico, permanece aún una gran heterogeneidad acerca de su entendimiento que anima el debate en torno a los sentidos de esta categoría político-teórico-metodológica. Este aspecto fue señalado, por ejemplo, por Collins y Bilge, en la obra "Interseccionalidad", en 2016, y en el Prefacio de la traducción de la obra al portugués, hecha por Bueno (2020). De forma similar, Henning (2015) destaca que a pesar del significativo volumen de textos y debates sobre Interseccionalidad no hay una cohesión en las miradas teóricas, teniendo en cuenta que hay una vigorosa y acalorada profusión de visiones contemporáneas sobre este concepto. Al mismo tiempo, la Interseccionalidad "(...) tiende a ser vista como teoría, método, enfoque, paradigma, concepto, preocupación heurística, "lente de análisis social", base de trabajo analítico, metáfora analítica, etc. (HENNING, 2015, p. 101 – 102).

Este es precisamente uno de los aspectos que anima la proposición de este Dossier, junto con la recepción del debate en Brasil y América Latina y sus implicaciones para el fortalecimiento de las luchas por la justicia social. La experiencia de las proponentes con la organización de un Dossier sobre el tema (ALMEIDA; SPOLLE

; OLIVEIRA; MELLO, 2022), así como la coordinación de GT en la SBS (2023, GT 9) y en la ANPOCS (2023, GT 25), reveló una multiplicidad de perspectivas sobre interseccionalidad y, aún entre aquellos autores que utilizan este concepto, se observan variaciones significativas de concepción. Mientras que para algunos la interseccionalidad se vincula umbilicalmente con lo femenino negro y con el activismo político, retomando su conexión con el feminismo negro y con las perspectivas anticapitalista y decolonial, para su potencialidad reside en la capacidad descriptiva de las relaciones sociales estructurantes de la vida social, que sustentan sistemas de opresión y matrices de dominación que se refuerzan mutuamente, privilegiando las dimensiones género, raza o clase, no necesariamente en ese orden. Otros aún movilizan la interseccionalidad para pensar relaciones articuladas y contingentes que producen situacionalmente formas de dominación.

Si por un lado, se verifica una buena acogida a esta perspectiva, atestada por el uso creciente del término, por otro lado, se elevan proporcionalmente las críticas al mismo, anunciando que el debate sobre lo nuevo que realmente se muestra esta aproximación, sobre sus límites y potencialidades está lejos de terminar. Una de las críticas "más relevantes es sobre el debilitamiento de la dimensión política de la interseccionalidad y el alejamiento en relación a los puntos centrales del debate, relacionados con la crítica radical y la emancipación de la mujer negra." (ALMEIDA; SPOLLE; OLIVEIRA; MELLO, 2022, p. 9).

En esta dirección, Collins (2017) sitúa en la propia difusión en el ámbito académico y en la popularización del término el origen del alejamiento del mismo en relación a los propósitos iniciales, rescatando que "en los movimientos de mujeres negras, la intersección entre género, clase, raza y sexualidad tenía por objetivo denunciar las formas de opresión que se interpenetran y, al mismo tiempo, pensar en la emancipación de las mujeres negras" (ALMEIDA; SPOLLE; OLIVEIRA; MELLO, 2022, p. 10). Para la autora, la interseccionalidad paulatinamente se fue distanciando de los aspectos antes centrales, hasta el punto de ser desvinculada del compromiso con la justicia social y de la experiencia de las personas. BILGE (2018) de forma similar, habla de un uso superficial de la interseccionalidad, relacionado con su creciente apropiación por la academia y minimización de la centralidad de la raza.

Otra orden de críticas, sistematizadas por Hirata (2014), apuntan como punto central de controversia el riesgo de dilución en la categoría interseccionalidad de relaciones sociales fundamentales, más precisamente clase, género y raza, en favor de la "interseccionalidad de geometría variable", que incluiría otras relaciones como edad, religión, sexualidad, región y otras más, poniendo en el mismo plano categorías de análisis y relaciones sociales.

Tales críticas no invalidan las contribuciones de la interseccionalidad, pero señalan diferencias interpretativas y usos variados que de alguna manera remiten a lo que HERTZOG y MELLO (2020) consideran una de sus grandes contribuciones, que es la "ruptura con visiones jerarquizadas que tienden a analizar las desigualdades y mecanismos de opresión en términos jerárquicos." En este sentido, las potencialidades del concepto e incluso su pertinencia parecen revelarse sobre todo en el análisis de las experiencias y vivencias de los individuos y cómo en las mismas operan, de forma imbricada y transversal, los múltiples sistemas de subordinación.

La proposición de este Dossier tiene como objetivo ofrecer un conjunto de artículos que profundicen y sistematicen las reflexiones y resultados de investigación que se están dando en el campo de las ciencias sociales. Sugerimos como ejes a ser privilegiados: (i) discusiones acerca de la potencialidad política y emancipatoria de la categoría interseccionalidad, a partir de experiencias empíricas; (ii) los avances obtenidos a partir de su utilización en la lucha contra las invisibilidades de diferentes formas de opresión; (iii) usos de la interseccionalidad como concepto, límites y posibilidades, así como los diferentes sentidos atribuidos al mismo; (iv) análisis histórica del surgimiento del concepto y su vinculación con el compromiso social y activismo político y las (v) estrategias metodológicas que operacionalizan el concepto de interseccionalidad en la investigación empírica. En otra vertiente, podemos pensar la interseccionalidad a partir de ejes temáticos que articulan debates sobre género, sexualidad, clase, generación, nacionalidad, raza, sin perder el enfoque político que apunta a cómo las desigualdades sociales son construidas y reafirmadas en contextos específicos elegidos para el análisis.

Así, este Dossier se abre a las perspectivas que articulan la cuestión de las clasificaciones identitarias con la lucha anticapitalista, los enfoques afro-latinoamericanos, traídos por el feminismo negro y no occidental, la lucha antirracista y feminista, que dialogan con otras perspectivas, como la crítica al occidentalismo y la decolonialidad.